Apaleo mi cabeza por dentro y me hago mil preguntas.
Vaya pérdida de tiempo nena, no te molestes si ya sabes las respuestas.
Hasta que apareces,
como un vaso que cae al suelo
y su estruendo rebota en la sala.
Se me olvida que decido olvidarte cada día.
Pero es como esos propósitos de año nuevo,
que no hay manera de cumplir.
Y en mi cabeza sólo hay eco cuando digo tu nombre,
hay que joderse.
En mi coño es diferente.
Allí eres prisionero en la cárcel
a la que te condeno.
-Sal de mi cabeza- me dices.
Pero es que no encuentro la salida. No es que ande despistada o perdida. Me recreo en como me piensas. Y la verdad, me crezco.
Y sucede que a ti te crece otra cosa.
Y entonces es ahí donde si que me pierdo.
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