jueves, 1 de mayo de 2014

Cuando los desiertos se hicieron habitables

Cuando te alejas,
a latidos no me gana nadie.
Retumban en el eco del desierto
de tu ausencia.
Y al caer la noche el desierto es hielo.
Sin tus días, para mi es noche.
De esas en vela, sin viento, a la deriva.
El bao anuncia que el amor esta vivo.
Haces mi letra terciopelo,
a pesar de los cactus de tu ausencia.
Y aún con esos ecos incontrolados
queda bao entre mis costillas.
Me haces tanto calor dentro,
que la humedad alimenta
los cactus de nuestro desierto. 

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