No necesito más que el ritmo lento de tus pasos acercarse.
Por detrás.
Con el instinto animal encrespando mi lomo mientras tu acaricias advirtiendo calma a la fiera.
Mi olfato acelerado delata hambre.
Mi corazón impaciente advierte el peligro.
Esta noche déjalo a un lado.
A pesar de llevar collar, vamos a ser animales por adiestrar.
Vamos a buscarnos el cuello.
A lametones con la vida que vamos descuartizando y tirando a un lado para sucumbir al instinto depredador.
Hoy no hay firmas, ni abogados, ni pensión, ni domingos de sofá, ni salir corriendo de casa sin café.
Hoy vamos a mordernos.
Luego no serán esas las heridas a lamer.
Esas ya cicatrizan solas, porque esta saliva ya no cura.
Entorpece la salubridad pero calma al depredador.
Luego no hay luegos. Hay un para siempre marcado a fuego con las sabanas aún oliendo a ti.
Y yo sabiendo a ti.
Me gustan los para siempre que solo sabemos más que tu y yo.
Y ese recuerdo ajeno a que va a ser olvidado pronto para ser recordado para siempre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario