martes, 24 de noviembre de 2015

Puertas

Quiero un café y un abrazo.
Y no esta puerta entreabierta, que da para que se cuele un mal viento, o se escape el gato de un susto.

Tengo guardado un abrazo que da para una vida.
Por eso no doy abrazos a cualquiera.

Aunque algunas veces podamos confundirnos de brazos, nunca lo haremos de corazón.
Tanto de los que recibimos,
como de los que damos.

A mí me han confundido con algunos abrazos.
Pero no te sabe tan mal cuando,
con lo que te confunden es con el corazón.
Eso sí que jode.

Cuidado con las puertas entreabiertas.
Nunca sabes cuando viene el portazo.

sábado, 21 de noviembre de 2015

Gracias

Gracias por volver 
Gracias por recoger mis escamas y devolverme al mar.
Gracias por besarme los labios cortados y sanar el abismo de las grietas.
Gracias por invadir mi espacio personal sin desmontar ninguna estrella.
Gracias por llenar de bao el cristal brillante de mis ojos,
Gracias por llenar de calor mi mirada.
Gracias por respirar conmigo de nuevo,
por girar juntos el reloj,
por pararlo también.
Gracias por intuirme de nuevo,
por hacerme volver y por dejar que me vaya.
Gracias, siempre gracias.

miércoles, 4 de noviembre de 2015

¿A qué altura se navega en alta mar?

Recuerdo cómo le gustaba situarme entre el timón y su cuerpo.
No sé qué era lo que mejor sabía llevar.
Y a ambos, a mí y al mar, nos manejaba a la misma sintonía.
Follar en alta mar,
era la mejor manera de pasar las noches de verano.
No sé que me gustó más,
ser bañada por la luna o por esa manera de mirarme.
Tan seguro, tan suya, tan adentro.
Decían que ese verano volvimos a tener 15 años.
Y yo hice desaparecer la coraza que había tejido con paciencia con los hilos de los consejos de mamá.
-Confía en mí- me decía.
Y lo hice a ciegas. Absurda como esa niña de 15 años.

Y él entonces poco a poco dejó de enredarse en mi pelo y yo empecé a llenarme de polvo las manos.
Perdí el sombrero en alta mar.
Reventaron las mariposas de mi estómago.
Y después de gastarnos y desgastarnos nos rompimos de tanto usarnos.

Y aún hoy, en noches de luna llena, siento el vaivén del mar, 
sentada en el salón de mi casa.